Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana fue la menor de las tres hijas, María, Josefa y Juana Inés, procreados por Pedro Manuel de Asbaje y Machuca e Isabel Ramírez de Santillana. El padre, militar español oriundo de Vergara, en la provincia vasca de Guipúzcoa, estaba asentado en San Miguel Nepantla. Allí nació, el viernes 12 de noviembre de 1651, en un oscuro lugar llamado por entonces "La Celda", Sor Juana Inés de la Cruz.
La niña pasó su infancia entre Amecameca, Yacapixtla, Panoaya y Nepantla. Allí aprendió náhuatl con los esclavos de las haciendas de su abuelo, donde se sembraba trigo y maíz. El abuelo de Sor Juana muere en 1656, por lo que su madre toma las riendas de las fincas. Asimismo, aprendió a leer y escribir a los tres años al tomar las lecciones con su hermana mayor a escondidas de su madre.
Pronto iniciaría su gusto por la gramática, el latín y las obras de la literatura clásica. A los ocho años, entre 1657 y 1659, ganó un libro por una loa compuesta en honor al Santísimo Sacramento, según cuenta su biógrafo Diego Calleja. El mismo jesuita señala que Juana Inés radicó en la ciudad de México desde los ocho años, aunque se tienen noticias más veraces de que se asentó allí hasta los trece quince.
Descubrió la biblioteca de su abuelo y así se aficionó a los libros. Aprendió todo cuanto era conocido en su época, es decir, leyó a los clásicos griegos y romanos, y la teología del momento. Las rígidas costumbres de la época impedían que una mujer accediera a la educación superior, por lo que Juana le propuso a su madre disfrazarse de hombre para asistir a la universidad, según ella misma escribió.
Sobre sus primeros años cuenta Ezequiel Chávez que la niña Juana poseia un hermoso cabello. Sin embargo, se preocupaba porque su pelo crecía rápidamente y ella no lograba aprender lo que deseaba. Así, según Calleja, Juana Inés cortaba su cabello a razón de cuatro o cinco dedos y lo hacía cada vez que no conseguía dominar un tema.
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